jueves, 21 de julio de 2016

Un paseo por Edimburgo

Comencé a escribir esta entrada tras mi primera semana en Edimburgo, aún cuando no me había marchado a vivir aquí. Ahora, tras más de un año por estos lares, creo que va siendo hora de comenzar a compartir mis experiencias y opiniones.

 

La primera vez que pisé Edimburgo vine mentalizada de que me iba a encantar, a sabiendas ya de muchas de las cosas que visitaría, y aún así no me dejó indiferente.
A excepción de lo que me ocurrió con Roma que, sinceramente, me resultó un tanto decepcionante, con Edimburgo me ocurrió todo lo contrario. Una mezcla de lo mejor de un pueblo y una ciudad, acompañada de mar, montaña, ríos, parques... Me pareció un lugar precioso, y eso siendo pleno invierno (cuando no es que esté en su máximo esplendor), a 4º de media -pero afortunadamente con días soleados-.

Y, os voy a ser sincera, no sé por dónde comenzar. Quisiera hablar de muchas cosas, y eso que no me dio tiempo a ver siquiera una pequeña parte, pero es que todo me fascinó (menos el aeropuerto. Llegando de El Prat, cualquier otro aeropuerto te sabe a poco).

Comenzaré diciendo que si, sé que hay de todo en la viña del señor, pero que nada más llegar, al verme buscando la parada del bus que me correspondía, un hombre de seguridad se me acercara para aconsejarme con una sonrisa, me dejó pasmada. Por no hablar luego de la conductora o la mujer a la que pedí direcciones. Todos muy amables, como bien se me había dicho ya.
El día de llegada simplemente pude acercarme a pasear por el centro, gozar de la arquitectura y las calles de piedra, del frío clima iluminado por las luces navideñas que aún permanecían, iluminado por las coloridas fachadas de las tiendas y negocios de los alrededores. Por alguna razón es de aquellas ciudades que te hacen sentir como en casa nada más llegar.

Y ya cuando has reposado tras el viaje y te dispones a ver la ciudad, puedes disfrutarla de verdad.



Lo que tenía clarísimo que quería ver primero era Carlton Hill, y tenía que aprovechar que hacía bueno, ya que suele hacer bastante viento allí arriba. Y decir que, ya sea de día o de noche, con o sin guía, merece muchísimo la pena -más con guía si no sabes nada acerca de los monumentos que te puedes encontrar allí, claro está-. Pero las vistas desde allí son maravillosas de todos modos (véase la primera foto de la entrada).


Y como me apetecía pasear pues ¿por qué no acercarse a Dean Village?
La verdad es que estuve un poco perdida por dicha zona, y no la disfruté tanto como podría haber hecho, pero dentro de lo que cabe me gustó bastante. Espero poder volver esta primavera/verano para indagar un poco más, porque fijaos en la foto qué maravilla. No tiene ningún desperdicio. Os lo aseguro.                                    

El Castillo de Edimburgo impone desde fuera, pero debo decir que nada como lo que impone por dentro. Tal vez tenga mucho que ver con mi afición por la arquitectura medieval, o que por el simple hecho de estar allí ya te sientes como en un cuento. Porque tener música escocesa en directo desde antes de entrar al castillo te mete en el ambiente ya desde el principio.
Me gustaría puntualizar que, aunque en general sí, es un castillo y vas a ver lo mismo que en muchos otros, no tiene desperdicio solo por ver la Prisions War Exhibition y el National War Museum.
Añado también que hay una oferta que merece muchísimo la pena aprovechar, en la que puedes visitar tres de los monumentos que se te ofrecen en una lista por poco más del precio de uno (en mi caso sólo pudieron ser el Castillo de Edimburgo y el de Stirling, pero oye, un 2x1 no está nada mal tampoco).


También me di una vuelta por St Giles Cathedral, otros de los lugres que tenía muchas ganas de visitar. Y sí, otra catedral más. Pero es que la arquitectura gótica es tan bonita que no me cansaría de entrar en estos sitios.


¿No creéis que vale la pena?

Y para terminar con esta entrada debo mencionar la Cámera Obscura, de lejos mi atracción favorita en Edimburgo. Siempre que la recomiendo a alguien me quedo sin palabras, pues me cuesta bastante explicar esta experiencia. Desde el momento en el que pisas este lugar te olvidas de todo lo demás, disfrutas todas y cada una de las ilusiones ópticas y juegos de luces y espejos como si fueras un niño otra vez. ¡No os lo podéis perder!



También visité el castillo de Stirling y un par de lugares más por los alrededores, pero dejaré el review para otra ocasión~







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